Entrevista realizada por Ana Yasmina Korashy Quintero

En el panorama literario canario, aparece tu título, original y lleno de frescura, que consigue usar algunos tópicos palmeros y sin embargo, llegar hasta una profundidad de vértigo en cuestiones tan existenciales como la ética y el compromiso con el medioambiente, así como rebobinar en el tiempo como lo harían esos casetes ochenteros que rememoras.

¿Qué escritor te hubiera gustado ser? ¿Cuáles son tus referencias literarias más próximas?

Siempre me he sentido muy atraído por escritores latinoamericanos comprometidos con su tiempo histórico como Eduardo Galeano y Pablo Neruda, u otros con un componente más creativo y fantasioso, como son el caso de Julio Cortázar y Juan Rulfo. Admiro la creatividad de Borges y la pasión desmedida de García Lorca. Mi poeta favorito es Pablo Neruda. No puedo hablarte de muchos más escritores, porque considero que he leído aún muy poca literatura. De Pablo Neruda me gusta mucho esa pasión desbordada de la que habla del mundo. Me siento muy identificado con todos ellos.

¿Qué libros estás leyendo últimamente?

Ahora que he dado este pequeño paso en el mundo literario, me estoy preocupando por formarme con lecturas esenciales en la tradición literaria. Lo último que he leído han sido una selección de cuentos de Andersen y una novela magistral de Alexis Ravelo: Los Milagros Prohibidos. Estoy sorprendido por esta obra que te atrapa desde el primer momento. Hacía tiempo que no sentía esa ansiedad de querer continuar leyendo y desentrañar la trama. En mis años de formación artística leía más ensayo. Ahora tengo la traducción de El Quijote de Andrés Trapiello y la Ética de Aristóteles encima de la mesa.

¿Hay algún título que se te resista?

Rayuela de Julio Cortázar la he empezado algunas veces, y siempre se me atraganta. Creo que no le he prestado la debida atención. Aún no me la he tomado en serio. La Ilíada es otra de las que dejé a medias. Desde que las palabras se apelotonan, o se espesa el pensamiento y siento que mi lectura no fluye, me disperso y pierdo el hilo de lo que leo. La sencillez es una virtud, la persigo en mi vida y la busco también en las personas que me rodean.

¿Qué género literario te atrae más?

Yo siempre he tenido una especial predilección por el ensayo. Me gusta la filosofía, especialmente los filósofos griegos. Por otro lado me interesa la literatura, los autores que reflexionan sobre aspectos de la vida y la sociedad; autores que abren caminos y ayudan a mejorar el mundo. En ese sentido el escritor portugués José Saramago me encanta, porque combina ficción y reflexión en sus novelas. Por otro lado, me interesan mucho los cuentos populares, incluso los cuentos infantiles. Creo que destilan la sabiduría y los deseos de miles y miles de personas a lo largo del tiempo, tanto niños como adultos. Muchos tienen mensajes morales explícitos, pero me encanta esa mezcla de realidad y fantasía que destilan mucho de estos libros. Leemos para entretenernos e imaginar, pero también para explorar e indagar en ideas y emociones que no conocemos. Me interesa la literatura que usa la ficción para mejorar la realidad que tenemos.

Tu libro es un libro de memorias, de autoayuda, ambas, o ninguna de las dos cosas?

Mi libro es un libro es un pequeño ensayo sobre los valores humanos y la vida sencilla, usando mis recuerdos como matriz. Parto de mi memoria para conformar una fábula donde mezclo realidades a medias y deseos. Comenzó como manual de recuerdos entre yo y algunos amigos. Durante su año de gestación, se fue convirtiendo en un trabajo de búsqueda sobre mi propia esencia, mi memoria a través de situaciones y lugares de valor emocional. Tengo la convicción de que el arte puede, incluso debe tener un uso curativo, al estilo de Josep Beuys. El arte como terapia, como proceso de curación. Me gusta ver la obra como un objeto mágico con posibilidades de sanación. En ese sentido, intento que cada relato contenga un trozo de esa esencia curativa. He procurado extraer de cada relato una lección, que pueda servir a otras personas. Cuando te desnudas, y todos pueden ver tus heridas, también pueden ver tus cicatrices. Ver la herida del otro, puede resultar desagradable, pero ver la cicatriz, puede indicarte el camino. Ñameland es un libro de cicatrices.

¿Qué entiendes tú por un libro de deseos?

Cuando hablo de deseos me refiero al deseo de revivir o recuperar un contexto de bondad y generosidad que conocí en mi infancia y adolescencia y que añoro en el presente. Con una somera visión al mundo que nos ha tocado vivir, podemos ver la completa ausencia de valores humanos que rodea a muchos individuos de nuestra sociedad. Valores como la amistad, la honestidad, la generosidad, la transparencia, la humildad y la pasión están en seria decadencia.

En uno de los textos relato cómo mi hermano y yo íbamos a coger la comida a los gusanos de seda. En ese acto, hay una representación de la hermandad: el amor entre hermanos, la cooperación, etc. También habla del respeto a la Naturaleza y la entrega hacia los animales que alimentábamos. Cuando jugábamos a La Cadena o asistíamos a los Cumpleaños Felices de nuestros amigos, existíamos en una fraternidad auténtica llena de valores: la cooperación, la diversión y la complicidad entre otros. Muchos relatos muestran como todos los amigos nos sentíamos integrados en una especie de tribu. La tierra del ñame me sirve para recuperar la memoria de ese amor constante que yo viví en mi infancia y a traerlo al presente para compartirlo con el mundo.

Ñameland puede ser visto como una ciudad en llamas, que se derrumba, de las que sólo quedan algunas ruinas en pié, o puede ser visto como una semilla que nos recuerda que no debemos perder la esperanza, que el amor universal aún es posible

Carlos Marrero Expósito

¿Sientes que Ñameland está perdida, o piensas que sus habitantes (y sobre todo sus niños) siguen jugando y se emocionan al igual que en tus memorias?

Ilustración inspirada en la historia “Caminitos” incluida en Ñameland.
Autora: Elena Isabel Suárez para Awwa Art

Las niños y niñas que nacen y se crían en los pueblos, especialmente las islas menores, siguen siendo tremendamente felices. Los que me preocupan, son los que no han tenido la suerte de vivir en el paraíso o ni siquiera saben que exista.

Somos hijos del amor. Aún quedan en este mundo personas herederas de una cultura de la bondad y la fraternidad. De una cultura del amor consciente. Por desgracia, son fragmentos de un territorio desolado por la miseria y la cultura de la violencia, habitado por personas que viven el desarraigo o no han conocido el amor fraternal o familiar en sus vidas. En este sentido, la mayoría de las historias y los personajes que narro en el libro, son personas que permanecen vivas en dos sentidos: Pancho, Fran, Carlos, Efrén, Nacho, mi hermano, mi madre y yo, estamos vivos, y todos representamos en el libro parte de ese paraíso en estado de conservación que yo describo en Ñameland.

Como una representación de ese paraíso perdido, Ñameland puede ser visto como una ciudad en llamas, que se derrumba, de las que sólo quedan algunas ruinas en pié, o puede ser visto como una semilla que nos recuerda que no debemos perder la esperanza, que el amor universal aún es posible, que el paraíso aún habita dentro de cada uno de nosotros, que tenemos la responsabilidad de recuperarlo, de traerlo al presente y compartirlo.

¿A qué aspiras cómo escritor en los próximos años?

Honestamente, nunca me planteé hacer carrera literaria. Esta primera obra me está motivando mucho a aventurarme en otros proyectos literarios. Me gustaría escribir una novela. Tengo una deuda con algunos temas que me interesan, como es la vida de nuestros abuelos, o la vida de los indígenas canarios. Considero que estos temas aún no han sido debidamente tratados en literatura. Me gustaría poder ayudar aportar mi pequeño granito de arena en ese sentido.

¿Algún personaje que te haya inspirado para esta obra en particular?

La Historia Ilustrada del Mundo de Anelio Rodríguez Concepción creo que fue la clave. Leyendo su obra me di cuenta que literatura también era sinónimo de libertad, de libertad al elegir sobre quién narrar y qué narrar. Creo que su obra me ayudó a pensar mi vida como un relato. Sinceramente, no podría hablarte de un personaje en concreto. Me centré en fabular la historia de mis familiares, mis amigos y la mía propia. Quizás me siento más cercano a los dibujos de Tom Sawyer, que a ningún otro personaje literario.

¿ Consideras que usar el lenguaje coloquial es potenciar la comunicación?

Creo que el lenguaje coloquial es la forma más directa de hacerme entender con la mayoría de personas con las que me relaciono. Desde el principio quise que esta obra fuera una obra escrita y dirigida a mis “colegas”, la mayoría de los cuales, no tiene excesivo interés en literatura. No quiero decir que no lean, pero son personas emprendedoras, más interesadas en otro tipo de cuestiones. En ese sentido, uno de mis desafíos en esta obra, ha sido narrar de un modo desnudo, de la forma más sencilla posible. Mi objetivo fue hacer literatura sin que lo pareciese. Pensé que quizás así lo leerían con gusto, sin sentir la lectura como una tarea. Por el camino pude comprobar que no siempre usar el lenguaje coloquial es un acierto. Existen muchos tics en mi forma de hablar, que luego tuve que pulir en el trabajo exclusivamente literario. Este ejercicio de crear desde el lenguaje oral al escrito, me ha permitido ver mis propias carencias y trabajar en ellas para mejorarlas.

¿Tienes costumbres o tics de escritor? ¿Cuáles fueron los condicionantes ambientales de Ñameland?

No tengo rutinas creadas y dirigidas específicamente a la creación literaria. Como emprendedor llevo más de quince años creando y desarrollando proyectos creativos. En todo este tiempo he aprendido a dar solución a problemas en situaciones de mucha adversidad. Mi mentalidad y experiencia emprendedora me ha ayudado mucho en todo el proceso de escritura y edición de la obra. Comencé escribiendo por las noches, en momentos de distensión, cuando estaba más relajado. A medida que fui avanzando en el proyecto, bloqueé unos meses para dedicarle todo el tiempo, desconecté de todos los problemas y proyectos que estaba gestionando, y me centré en madurar y finalizar el libro. En ese sentido, la situación pandémica del Covid me ayudó en esta labor. A pesar de estar sometido a presiones personales, tuve la fortaleza de mantenerme aislado de todas ellas y estar centrado en la finalización del libro.

¿Estás en conexión con tu tierra, La Palma, consideras que se hace lo suficiente para mantener el patrimonio medioambiental ?

Es una cuestión compleja. La Palma sigue siendo una isla privilegiada y preservada medioambientalmente respecto a otras islas de mayor población con son Tenerife y Gran Canaria, donde el modelo de turismo masificado ha roto el equilibrio ecológico y ha transformado el paisaje para siempre. En ese sentido, ese aislamiento consciente al que se ha sometido a la isla ha creado una fractura social que ha ido en detrimento del crecimiento y desarrollo de la isla. En este sentido, La Palma se ha convertido en una isla verde de una forma forzada: excluyendo a sus habitantes. Existe aún en la sociedad esa idea romántica de Naturaleza en contraposición a las personas. Entre la industria del turismo de masas e impedir que sus habitantes puedan habitar la isla por falta de oferta laboral deberían haber puntos intermedios. Creo que La Palma no ha hecho aún la tarea de aceptarse como isla sostenible, no ha podido resolver este conflicto en el que vivimos la mayoría de isleños: conservar lo dado y dar a la ciudadanía una calidad de vida alejada de la industria destructiva del turismo de masas. A mi modo de ver hay aún mucho trabajo que hacer desde la consciencia ecológica y desde la creación o el desarrollo de un modelo económico que permita el equilibrio sociedad-territorio.

Tengo entendido que también eres artista plástico y editor

Spectrum 01, Colección Seres Vivientes, Tinta sobre papel, 2012.

Estudié Bellas Artes por las ramas de diseño y pintura, y he realizado algunos proyectos artísticos durante los últimos diez años. Comencé realizando obra plástica vinculada al dibujo en tinta titulada Seres vivientes y posteriormente he desarrollado una obra digital relacionada a la geometría y la programación gráfica la cual me gustaría poder continuar en los próximos años.

Labyrinth 005, Digital work, 2012

Actualmente ayudo a otros creativos y escritores a editar sus obras dentro de mi proyecto Awwa Art. Este proyecto es donde he vertido mis energías creativas en los últimos diez años buscando financiación económica. Es un proyecto muy bonito donde he combinado diseño, arte, cultura canaria, moda, y por supuesto, donde he intentado integrar a otros creadores.

¿Cómo afrontas el emprendimiento artístico en estos momentos de crisis?

Inicialmente he tomado el periodo de confinamiento del 2020 como una llamada necesaria al recogimiento y a la introspección. Me ha obligado a ponerme en la piel del monje en el monasterio. En ese sentido ha sido una oportunidad para poder indagar dentro de mí y poder sacar mi verdadera esencia de lo que quiero y lo que deseo en la vida. Ha sido una gran oportunidad para ordenar mis ideas y mis prioridades, para focalizar mi energía en aquellos proyectos que me puedan aportar mayor éxito en el futuro.

A pesar de mi experiencia en este sentido, este año 2021 está siendo un año de muchas transformaciones, donde parece que se ha impuesto radicalmente el modelo digital. Este largo periodo de encerramiento me ha obligado a cambiar el enfoque de mis proyectos y a orientar mi creatividad en este nuevo mundo. Por un lado se han abierto nuevas fronteras como es el caso del arte digital o los NFTs. Por otro lado el mundo digital es un mundo hiper-especializado abierto a un mercado global aterrador. No es sencillo sobrevivir en él. El famoso paradigma digital se ha impuesto de forma abrupta y parece que ya sin intención de regresar a nuestro antiguo mundo humano-analógico. La demanda de conocimientos para las personas que queremos sobrevivir en este nuevo mundo es cada vez mayor y creo honestamente que la mayor parte de los artistas (y no digo de la sociedad) no está realmente preparada para afrontar este nuevo modelo digital con éxito.

En este sentido procuro seguir investigando y avanzando en aspectos como el marketing digital, embudos de venta, publicidad online, diseño y creación de infoproductos, gestores de contenidos, mejora en guion y narrativa, mejora de técnicas de fidelización en el ecommerce y todo aquello que me ayude a posicionarme dentro de este nuevo mundo. También estoy preparando cursos para ayudar a esos emprendedores creativos que quieren sobrevivir al igual que yo en este nuevo mundo.

¿Sientes que has transmitido tu mensaje en tu libro? ¿O consideras que necesitas una segunda parte?

Creo que Ñameland contiene los relatos que debe contener. Son unas treinta historias cortas que introducen al lector en un mundo lleno de niños, juegos, recuerdos, etnografía, memorias personales, y deja testimonio de algunos amigos y mis familiares más importantes. Me siento realizado porque si desaparezco hoy, contiene mi legado, la esencia del mensaje que quiero dejar en este mundo. Ahora bien, haber iniciado este proyecto me impulsa actualmente a querer indagar más sobre la vida de mis abuelos. Así que Ñameland se ha convertido en la puerta de entrada hacia otros mundos e historias literarias posibles. No tendrá una segunda parte, pero sí tiene el mérito de impulsarme hacia otros mundos cercanos que estoy seguro que contendrán la esencia de este primer trabajo.

¿Lo ves adaptado como film o serie?

No me lo he planteado. Me gustaría que mis próximos relatos estén más cercanos a un posible guión cinematográfico. Pero Ñameland actualmente lo siento como relatos. Las imágenes de mi memoria son tan nítidas, que rodar un film sobre ello sería intentar reducir mis recuerdos. Creo que además de una empresa fallida, me provocaría una gran insatisfacción intentar recrearlos. Prefiero mantener esta parte escrita, y lanzarme hacia otros proyectos futuros donde pueda materializarlos a través de imágenes que aún no he experimentado directamente en mi vida.

Muchísimas gracias por tu entrevista.

Ñameland, relatos de infancia

Este libro recopila una treintena de relatos cortos que rememoran la infancia de Carlos Marrero Expósito en su más tierna infancia en la Isla de La Palma (Islas Canarias). En este libro su autor deja testimonio de una cultura rural y etnográfica que pervivió hasta hoy y que se hace necesario preservar para generaciones futuras. Libro de relatos de 200 páginas. Impreso en papel con portada a color.